
Cuando fuimos a Vedra, encontramos, en un escondido rincón, el foso por el que mucha gente bajó, y en el que algunos cayeron. Era el Agujero al Infierno. Despedía un apestoso olor a azufre, y sus paredes eran resbaladizas, como las de las trampas de algunas plantas carnívoras. Figuraos el miedo y horror que él mismo producía, que ni yo me acerqué...
3 comentarios:
Ay! pues yo si que me acerqué amigo Güille, y mala chispa me coma que metí un pie y de allí saqué una cola de demonio. No estás muy equivocado, sin duda tenía peligro.
amigo Güille pareces un censor
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